Ebbers, según se expuso en el juicio, era un hombre tan obsesionado con el recorte de costos, que decidió cancelar el servicio de café al personal para ahorrar cuatro millones de dólares. Pero cuando su director financiero reclasificó pagos a proveedores por miles de millones, apuntándolos como inversiones, no se dio cuenta de lo que estaba pasando, según su peculiar línea de defensa. El empresario fallido, al que se conocía como el ‘vaquero’, optó por mostrar al tribunal un perfil de hombre hecho a sí mismo, que trabajó como lechero y entrenador de baloncesto tras fracasar en sus estudios secundarios y, casi por casualidad, probó suerte en los negocios. El único mérito de su carrera -según explicó- consistió en contratar colaboradores de talento para ocuparse de asuntos sobre los que no entendía gran cosa. "No sé nada de contabilidad y apenas comprendo la tecnología", declaró Ebbers. Cuando su abogado defensor le preguntó intencionadamente por la contradicción entre su ignorancia y la gestión de una gran empresa, el acusado se puso socrático "Sólo sé lo que no sé". El testimonio de Sullivan fue clave para establecer una relación directa entre Ebbers y el fraude. Testificó que él advirtió que Ebbers era el único camino por el que la compañía podía encontrar la protección necesaria para realizar "ajustes impropios" en los informes financieros. Ebbers negó haber conocido los reajustes, diciendo a los miembros del jurado que él se concentraba en la estrategia y dejaba los detalles contables y las decisiones en manos del jefe financiero. La defensa intentó convencer de lo contrario al jurado y dañar la credibilidad del principal testigo, el ex jefe de finanzas de WorldCom Scott Sullivan. Ebbers negó en repetidas ocasiones los cargos, alegando que ignoraba el fraude y culpando a su ex mano derecha y jefe financiero, Scott Sullivan. La presión que generaban los préstamos, el dinero que podía perder y su autoridad como presidente de la compañía se combinaron para formar una "tormenta perfecta de corrupción" que llevó a Ebbers a cometer fraude, dijo el fiscal William Johnson en su alegato final. Betty Vinson, ejecutiva media que trabajaba con Scott Sullivan, admitió cargos por complicidad en las irregularidades contables. Vinson se declaró culpable de conspiración para cometer delitos y fraude con acciones y bonos. Stiles A. Kellett, el miembro más antiguo que quedaba en el directorio de WorldCom cuando estalló el escándalo, renunció al poco tiempo, presionado por sus colegas por aparecer involucrado en una serie de maniobras, irregularidades y abusos financieros. En octubre Sanford Weill, CEO de Citigroup, tuvo que explicar a la National Association of Security Dealers (NASD), una serie de irregularidades y favoritismos en Salomon Smith Barney, su división bursátil. Citigroup sabía que la Reserva Federal de Nueva York ampliaba investigaciones a CitiFinancial, división del grupo cuyas prácticas en colocación de seguros de crédito -tarjetas inclusive- habían sido objeto de denuncias por parte de grupos de consumidores. "Bernard Ebbers dominaba totalmente a directores y otros ejecutivos. Todo pasaba por él", afirmó el ex fiscal general de la Nación que intervino en el concurso, Richard Thornburgh, en un informe al juez. "Así se explica que recibiera más de US$ 77 millones en efectivo y créditos por US$ 450 millones, mientras los accionistas perdían más de US$ 180.000 millones en el valor de sus tenencias". Thornburgh había sido nombrado por el Departamento de Justicia para profundizar la investigación al ser despedido en abril; Ebbers había recibido préstamos "blandos" por US$ 400 millones. Entretanto, la contabilidad de la empresa acumulaba asientos falsos por más de US$ 9.000 millones.